Por Jarlen Espinosa
Mientras daba lectura al discurso de su primer año como alcalde de Santo Domingo Norte, René Polanco, se encontró con las palabras que ennudecieron su garganta.
Las palabras en cuestión, hacían referencia al conjunto que define la vida y comportamiento de un hombre ante la sociedad, su familia, para quienes entienden el valor de la misma, tan necesaria y vital como el aire.
Antes de llegar a esta parte de su discurso, Polanco agradecía la entrega del Ing Richard de los Santos por su dedicación en cada una de las obras que ha ejecutado el Ayuntamiento de SDN bajo su responsabilidad.
El alcalde dijo lo siguiente: «Yo quiero agradecer públicamente aquí, la entrega del Ing. Richard de los Santos, una persona que no tiene horario porque para mala suerte de él, yo salgo los fines de semanas a observar lo que se está haciendo y a veces ya él está con su familia y yo lo estoy llamando. Pero compañero Richard ha valido la pena, la ciudadanía nos eligió para esto y le estamos dando respuestas«.
Trataba mediante este reconocimiento público dar fuerzas para continuar, a un hombre que ha sacrificado hasta el tiempo que le corresponde a su familia.
Aseguraría que en ese momento el alcalde se concentró solamente en describir la abnegación de Richard, sin percatarse de que ambos aunque parados desde distintos ángulos, se encuentran frente al mismo espejo.
Polanco reiteró su agradecimiento a Dios, a su familia, sus padres, a sus hermanos, a su esposa Mary Carmen.
En este punto, un nudo en la garganta asfixio las palabras de René Polanco.
Desapareció el funcionario en él, prevaleciendo el hombre de carne y hueso, el ser humano.
Cómo si los sacrificios de todo un año pasaran por su mente.
Las ocasiones en que ha tenido que abandonar su hogar para cumplir con lo que el cargo le exige, no porque esté dentro de su horario de trabajo, sino, por el compromiso que siente con aquellos munícipes que representa y que confiaron en él.
Un silencio se apoderó del Salón de Secciones del Ayuntameinto de SDN y todos los allí presentes dirigieron su mirada hacía el Alcalde, quien trataba de ocultar el sentimiento que le abrazó aparentando organizar algunas de las hojas que había leído.
No resultó.
Todos se dieron cuenta de que el padre, hermano, esposo e hijo representado en la figura del Alcalde, necesitaba fuerzas para continuar con el discurso que tocó una parte muy personal, propia y sensible.
Mary Carmen esposa y compañera por más de una década del Alcalde, sabia lo que estaba aconteciendo.
De repente aparecieron los aplausos que buscaban animar a Polanco quien secaba sus lágrimas con un pañuelo blanco.
Pero el llanto que brota en nombre de aquellos seres que nos importan, no se logra contener con facilidad, por lo que René pidió disculpa al no poder reponerse de inmediato.
Volvieron los aplausos mientras que su esposa le dijo a la Vicealcaldesa que le sugiera al Alcalde tomar un poco de agua, Blanca Rodríguez pasó el mensaje el cual fue acogido por René.
Retomó su agradecimiento en la figura de sus hijos diciendo «Así como a mis hijos René e Idelis, por apoyarme siempre incondicionalmente«.
Volvió el nudo a su garganta, pero también, los aplausos en busca de animarle.
El Alcalde retomó su discurso diciendo «por apoyarme siempre incondicionalmente y por los sacrificios de tantas ausencias en momentos importantes de nuestras vidas«.
Todo esto, nos enseña que detrás de los sueldos lujosos en los que muchos centran su atención, existe una gran responsabilidad, sacrificios de momentos que no se recuperan, que para quienes asumen con entrega y dedicación su rol no resulta tan sencillo como se podría percibir y sobre todo, el hecho ineludible de que aun existen funcionarios que sienten y padecen, como cualquier ser humano.