Por Jarlen Espinosa.
Santo Domingo. – Te extraño…
Estoy aquí, donde me dejaste, dejando saber cada día que sembraste bien y robando de los rostros toda alegría motivada por tu partida, no suena, es cruel. Hay personas en este mundo que han dado al cuerpo de su felicidad el dolor ajeno como alma para sustentar su existencia, nada que tú no sepas.
¡Hey!
¡Varias líneas escribiéndote y no he llorado!
Mentira, me tomó más diez minutos pasar al segundo párrafo.
Cómo sé que siempre ha sido unas de tus grandes preocupaciones, el periódico está bien, tranquilo.
Y sí, todos dijeron o pensaron que no iba a hacer lo mismo sin ti, y es cierto, lo que les falló fue el deseo de que el medio callera, ella no lo permitió, ni lo permitirá, yo tampoco, andamos haciendo eso que decías, «es un periodismo raro, pero es periodismo».
¿Qué cómo está Cinthia?
Guerreando, sabes que no formaste «paja de coco»…
…
Leí por ahí que «mostrar debilidad ante los enemigos es como sangrar frente a tiburones», y así lo hemos entendido.
Enemigos en el caso de los que así se consideren, para nosotros eso no existe, nunca ha sido ni será nada personal contra nadie, es solo ejercer una profesión acorde a la ética y con apego a la verdad, no necesariamente con el criterio de otros, pero respetándoselo claro.
Te cuento que tras tu partida aparecieron una camada de «expertos», diciendo «lo que se tenía que hacer» y cómo tenía que hacerse, ignorando que estuvimos a tu lado, viéndote predicar con el ejemplo, e implementando tus principios por encima de intereses particulares y en favor de la colectividad.
Perdonaste hasta el recelo de algunos, por tus logros dentro del periodismo, y hasta los estimulaste y les dijiste por dónde debían ir.
¡Que corazón el tuyo!
Son tan descarados que se ofenden cuando mi estilo de redacción se asemeja al tuyo, cómo si debería escribir de otra manera, cómo que no me formé en tu dojo, Ciudad Oriental, antes de ir al Instituto Dominicano de Periodismo (IDP) y al Centro de Tecnología Universal (CENTU).
Peor aún, como si estuviera mal imitar tu grandeza, imitarte, porque igualarte o superarte imposible.
Sé que no me culpas por evadir ver tus fotos, las razones las conoces.
De hecho no la puse en este artículo porque a diferencia de otros, no busco aparentar una cosa que no es o montarme en la ola.
Pero, debo desahogarme un poco ¿No?
Gracias por haber existido.
Gracias por formarme con tu estilo de vida, fuiste luz en medio de mi oscuridad y en la de muchos, me encarrilaste.
Gracias por ser ese padre, mi maestro, mi sensei.
Hasta con tu partida aprendí.
Siempre me imaginaba que este tipo de despedida dolía, pero no sabía cuánto.
Ya lo sé.
¿Qué así es la muerte dices?
¿Cuál muerte?
Estás y estarás en lo que hagamos mientras respiremos.
Te quiero mi Lominero.
Te amo Sensei.
Feliz Día del Periodista Robert Vargas.